¿Qué nos motiva?

Toda acción humana busca siempre algún fin, LA MOTIVACION… y siempre previo a cualquier otro fin, el deseo de sustentarse y vivir dignamente.

Los trece de la fama.-
Tras dos años y medio de viajes hacia el sur, Pizarro recibió órdenes de cancelar la expedición al Perú y regresar a Panamá. El extremeño estaba convencido de que era la empresa más importante de su vida, trazó una raya en el suelo y dijo con palabras gruesas: «Por este lado se va a Panamá a ser pobres. Por este otro al Perú a ser ricos. Escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere». Solo 13 hombres de los 112 supervivientes que componían su expedición decidieron cruzar la línea para «ser ricos en el Perú» y lo lograron.
Pizarro ofrece riqueza. Es una motivación extrínseca. Pero no se puede decir que nada más importa, hay una condición previa: ser “buen  castellano”, cumplir con su reino y con su gente… motivación trascendente. Un mix motivacional.

Nuestro pequeño y feliz ejército.-
Relata Shakespeare el siguiente discurso de Enrique V a su gente, antes de enfrentar a los franceses en la batalla de Agincourt, el día de San   Crispín: “… desde este día hasta el fin del mundo la fiesta de San Crispín nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño ejército, de nuestro pequeño y feliz ejército, de nuestra banda de hermanos. Porque quien vierta hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición. Y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de Inglaterra se considerarán malditos por no estar aquí, y será humillada su nobleza cuando escuchen hablar a uno de los que haya combatido con nosotros el día de San Crispín”.
A pesar de la inferioridad numérica y el cansancio, los ingleses vencieron. El rey no ofrece riquezas, si nobleza, al punto de constituir una nueva fraternidad a la que a partir de ahora pertenecerán… la de San Crispín. Es una motivación intrínseca que solo a ellos se aplicará.

40 siglos de historia.-
Napoleón, en la campaña en Egipto, en inferioridad de condiciones, ordenó a sus divisiones formar en cuadros pie a tierra, a modo de fortines humanos. Antes de entablar combate, motivó a sus hombres con una frase que se haría célebre: «Desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan». El 21 de julio de 1798 se desarrolló la que sería conocida como la batalla de las Pirámides. Durante una hora se sucedieron las cargas de los mamelucos (la casta guerrera al servicio del Imperio otomano en Egipto); sin embargo, la mayor experiencia y potencia de fuego francesa los diezmó.
La motivación propuesta fue trascendente, se refería a la gloria de ser recordados en los próximos siglos.



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