De ojos, dientes, mejillas y espinas... y ahora patada y puñete


El ojo por ojo y diente por diente que a simple vista nos parece salvaje, realmente fue un avance en la aplicación de la justicia y en la solución de controversias. Pero la justicia que es dar a cada quien lo que se merece, es una virtud y como tal, busca el bien. 

La ley del talión por equitativa, llegaba a devolver mal con mal en la misma forma y cantidad, es decir lo mismo que se recibía, aunque haya sido algo malo, siendo en la práctica una venganza o un desquite equitativo. 

El ser humano siempre quiere hacer el bien, aunque no siempre está seguro de cómo debe obrar.

Hace dos mil años llegó un hombre, un maestro, un profeta, un hermano… que enseñaba con autoridad. Las muchedumbres le preguntaban: ¿qué debemos hacer? Él les contestaba:El que tiene dos túnicas, que le dé al que no tiene; y el que tiene alimentos, que haga lo mismo. Unos publicanos le dijeron: ¿qué debemos hacer? Y él les contestó:No exijáis más de lo que se os ha señalado. Asimismo le preguntaban los soldados: Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni denunciéis con falsedad, y contentaos con vuestras pagas.

Estaba claro que este maestro enseñaba como obrar, aunque a todos nos costara, pues el bien es arduo. Aunque lo anterior ya era muy exigente no dejó de decir “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: no repliquéis al malvado; por el contrario, si alguien te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la otra”.

El poeta mexicano conocido como Amado Nervo, en su poesía ´Si una espina me hiere´ propone devolver bien por mal:
¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, 
...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad 
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, 
esquívase en silencio mi planta, y se encamina, 
hacia más puro ambiente de amor y caridad. 
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores! 
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal. 
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores, y no prodiga savias en pinchos punzadores: si pasa mi enemigo cerca de mi rosal, se llevará las rosas de más sutil esencia; 
y si notare en ellas algún rojo vivaz, ¡será el de aquella sangre que su malevolencia de ayer, vertió, al herirme con encono y violencia, y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz!

La experiencia propia y ajena nos enseña lo difícil que es poner la otra mejilla, es decir renunciar a pagar mal con mal y pagar mal con bien. 

Con facilidad podemos perdonar ofensas o intentos de agravio, en la medida que nos afecten poco o nada, pero cuando nos han herido, es muy difícil. Sin embargo hay que hacer el intento y el esfuerzo.

Hay que recordar tambien que solo tenemos dos mejillas y que tenemos obligación de corregir y exigir justicia.


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